Todos los políticos prometen el cielo, pero ninguno dice cómo conseguirlo y así entre promesas mesíacas, consiguen vivir como los ángeles, recibiendo el maná que les cae de nuestros impuestos como premio a tanta palabrería, después ninguno nos alcanza la gloria prometida, buscan entonces un culpable en las filas de la oposición al cual le cuelgan el San Benito y lo culpan de todos los males y Con nuevos remedios de Fierabrás nos siguen prometiendo el paraíso. Cuando ya no es posible engañar más a los creyentes tratan de convencerlos de que el infierno no es tan malo mientras ellos siguen viviendo en la gloria con sueldos astronómicos, coches oficiales, dietas, pagas honorificas, mientras se acuestan a la derecha del todopoderoso financiero que al final de la vida política lo sentará a su diestra y lo nombrará su consejero hasta que la muerte los separe
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