La vida nos
da lecciones que enderezan el camino o lo tuercen para siempre y el camino que
elegimos no solo marca un destino personal; queramos o no queramos influimos a
la vez que también somos influid@s por l@s que nos acompañan en la marcha, sin saberlo, sin valorarlo o sabiéndolo somos
la carta marina que usarán confiad@s navegantes, influimos en otras muchas personas que llegarán a la cima o se precipitarán por seguirnos al vacío. Algun@s se darán cuenta
ya tarde que han sido guiad@s por un profeta vacio, irresponsable, mezquino,
por un loc@ inteligente, por un científic@ lent@, enquilosad@ en profundos
conocimientos que casi no aportan nada o por un ser adorable, por un sabio, por
un gran profesional, por un hombre una
mujer intuitiv@. En todas nuestras facetas de la vida somos guías sin notarlo a
la vez que seguidores, caminamos descalzos por auténticos vergeles, por prados
y por zarzales, avanzamos y aprendemos del camino que también vamos creando
para bien o para mal de los que nos van siguiendo. Si tuvimos buena suerte y
nuestros antepasados la tuvieron y acertaron muchas veces en todas sus
decisiones y nosotros acertamos, si
elegimos sabiamente, si tenemos autocrítica, si somos reflexivos, llegaremos al
final de nuestros días satisfechos con la mochila muy llena pero ligera de
cargas agobiantes.
Esto es
igual en familia que en la empresa, con la sola diferencia que en familia pesan
más los sentimientos, se agradecen más los besos y duelen más las traiciones.
En familia los ídolos son más grandes y se caen fácilmente porque los hemos alzado demasiado en nuestra
mente o porque les damos mucho sin ser correspondidos, en familia pesan menos
las razones que pesan los sentimientos, las pasiones.
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