El paraíso perdido de los desesperados
Que se encuentra blindado por concertinas
Con fronteras de paja para caudales
Y puñales que siegan presto las vidas
De los hombres que lloran por sus heridas
Cementerio sin llantos de los naufragios
Que les cierra las puertas a los hambrientos
y que expulsa con prisa, sin miramientos
Mientras rasga ¡cinismo! sus vestiduras
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