lunes, 13 de abril de 2015

Estoy viendo el programa de La Voz



Estoy viendo este fantástico programa que nos descubre grandes artistas que se encuentran en la sombra, muchos de los cuales serán en poco tiempo grandes estrellas.

Me llama la atención el sistema; un  jurado profesional y con muchos méritos que se encuentra dando la espalda y comodamente sentado, de repente, reconociendo las cualidades de una estrella oculta, se vuelve, deja su cómodo asiento levantándose para aplaudir a su elegido y procurar hacerlo partícipe de su equipo.

Este programa que tanto me gusta y que me hace olvidar los muchísimos programas chabacanos sin gracia ni imaginación, me recuerda otro programa mucho peor, mucho más defraudante. Me refiero al programa de La Política. En el, como en La Voz, los que tienen la posibilidad de sacar de la oscuridad tantas estrellas desconocidas por falta de apoyo, pero inmensamente, formadas en distintos oficios y carreras, esos señores colocados a dedo por grandes grupos financieros que demuestran día a día su inoperáncia, se mantienen sentados en sus poltronas, gobernando el País de espaldas al pueblo que los ha elegido en base a una sarta de mentiras sobre grandes mejorías que descaradamente han prometido en campaña y que traicionando a sus electores no tardaron ni unos meses no solamente en no cumplir, si no en hacer todo lo contrario cambiando la zanahoria por el palo para los ciudadanos y repartiéndose la tarta entre ellos y su panda de enchufados y banqueros, se encuentran también estos impostores  de espaldas a esos  grandes profesionales que salen con sus carreras de las universidades llenos de ilusión y con ganas de ganarse el mundo, pero aquí, en este programa basura, ninguno de estos majaderos se vuelve, ni deja la poltrona, ni aplaude el esfuerzo, entrega y dedicación de estos muchachos que se ven obligados a abandonar el País por, como dice alguno de estos desaprensivos enquilosados, deseos de   aventura o por como dicen otros, movilidad exterior. Estos seres sin escrúpulos solo giran sus poltronas para elegir y aplaudir a enchufados afines a los que les ofrecen puestos de consejeros muy bien remunerados, sin necesidad de que sean estrellas, ni que posean conocimientos, basta con que sean familiares, amiguetes o recomendados.

¡Que diferencia entre dos programas que tienen  algunas similitudes como el tema de las poltronas giratorias! uno, un programa fantástico que promociona grandes estrellas, otro, un programa basura que desmotiva y desmoraliza a los estudiantes sobresalientes y apoya a auténticos negados.

Por si fuera poco esta inmundicia, para no perder las costumbres de girar las poltronas cuando algún pariente les reclama, engrasan bien las puertas giratorias, privatizando empresas con precios de saldo, donde serán acogidos con los brazos abiertos al terminar su faena de lamprea, después de haber hecho gran fortuna con su política de tierra quemada

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