sábado, 3 de diciembre de 2011

Democracia de todo a cien y algunos a un poco más


Lo bueno, bonito y barato de la democracia de todo a cien que disfrutamos y por la que tanto se ha luchado votado y revotado es que casi  todos somos iguales ante la ley y algunos son especiales en ella o fuera de ella si es necesario, ya que después todo se puede remediar por la gracia de Dios y con algún indulto.
Para comprobar cuánto somos iguales, solamente  hay que ver cómo los políticos, con siete años de actividad en cualquiera de las Cámaras, ya tienen derecho a percibir un 80% de su pensión, mientras que los demás tenemos que cotizar un mínimo de 15 para recibir el 50%.
Para percibir el 100% los ciudadanitos de piel dura, tenemos que cotizar, 35 o 37años de nada, según nos retiremos  a los 65 o 67 años, como marca la reforma de las pensiones aprobada este año.

No obstante, al Gobierno parece que se le olvidó incluir a sus miembros dentro de la ley, enmarcada en un Pacto de Toledo por lo cual los políticos  necesitan cotizar solo 11 años para recibir el 100% Hay que tener en cuenta que el ejercicio del poder estresa; son demasiadas, cenas, demasiadas inauguraciones de la primera piedra de obras faraónicas que se empiezan y no se terminan, demasiados días de la banderita, demasiados discursos con mensajes subliminales, es lógico que necesiten reducir sus años de cotización.

"Uno no se puede jubilar a los 55 y cobrar su pensión hasta los 85", confesaba hace unos días el ex presidente del Gobierno Socialisto Obrero Español, José María Aznar  “El Veraz”. Él, en cambio, sí podrá hacerlo si quiere, pero con seguridad concienciado con la que está cayendo, seguirá participando de la política ocupando un lugar importante en el partido y tal vez llegará a ocupar algún puesto de asesor o consejero de algún gran grupo con muchas adquisiciones de empresas privatizadas.

Por si fuera poco, los diputados cuentan con un plan de pensiones colectivo, regulado por reglamento, mediante el cual las Cortes Generales abonan mensualmente un 10% de los 3.126,52 euros de su salario a un fondo del cual se nutren una vez jubilados.

De entre todos estos políticos diferentes al resto de los mortales, hay dos que, concienciados con la situación, acaban de renunciar a él. Son Cayo Lara y Alberto Garzón, ambos diputados de IU que, en una decisión sin precedentes, han roto la rutina parlamentaria.

Todos estos señores que dirigen los destinos de España, no sabemos hacia donde, pero la trayectoria tiene una tendencia hacia la ruina total, todos ellos se muestran sorprendidos e indignados de los retiros millonarios de los ex dirigentes de Cajas de Ahorro a los que no han puesto ninguna limitación para saquear legalmente las entidades mientras se ajustan las plantillas, se pierden las obras sociales se privatizan a saldos de rebaja las entidades.

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