domingo, 31 de mayo de 2020

Suspiros de España



La canción de moda ya no es "Resistiré" compuesta por Manuel del  Dúo Dinámico, interpretada maravillosamente y como nadie por El y Ramón; ídolos para los jóvenes de ayer y abuelos hoy. Muchos de ellos ya no podrán seguir escuchándoles en este planeta esquilmado, convertido en basurero por la rapiña de unos pocos desalmados que mueven las fichas en el tablero del hambre, pero si nosotros, los que les lloramos, escuchamos estas canciones del Dúo, reflexivos, en una noche clara, comprobaremos cientos de destellos palpitantes en el Firmamento, semejantes a los brillos de una lágrima en los ojos de un anciano emocionado. 

Esta canción maravillosa que se ha convertido en el símbolo de la entereza, de la tenacidad, del rigor, del sacrificio y de la responsabilidad de un pueblo orgulloso y generoso,  que nunca se postra, que no sea por amor y convencimiento, fue curiosamente  escrita por Carlos  Toro  (digo curiosamente por el apellido)

La canción de moda es ahora"Suspiros de España" un pasodoble español,con una maravillosa música compuesto por Antonio Álvarez Alonso y que yo dedico a SM Felipe VI, que en está época triste en que una virus matador ha dejado un reguero de muertos, muchos de ellos ancianos solitarios y  desatendidos en residencias, que muchos patriotas de banderita en la muñeca, han convertido, con su gestión depredadora, en máquinas tragaperras, para gloria y honra de una patria neolibera,l en una época en que los desequilibrios económicos de los ciudadanos de piel dura, se corregían  solos  por el principio de los vasos comunicantes, que hacía engordar a a unas castas comunicadas con unos parias, pero donde era necesario reflotar bancos con dinero público, reciclando en un banco malo sus residuos tóxicos, que aún eran aprovechados por buitres de esa casta privilegiada, dejando solamente los huesos y las sobras que ni aprobecha un quebrantahuesos, como único residuo para los que pagaron con más de 60000 millones de euros las corruptelas de los consejeros de administración y directivas de las cajas de ahorros, saqueadas desde dentro y el desequilibrio producido en la Banca generado por la falta de confianza ante sus hipotecas subprime y sus trapicheos. 

Esas residencias siniestras donde tantos abuelos han muertos sin dejar sangre en la arena, abuelos que solo dieron capotazos a las miserias de guerras y crisis, provocadas por desalmados y estocadas al hambre con su trabajo, muchas veces precario, pero sí han dejado, penas y cicatrices en el alma de los españoles de bien más hermosas que las que lucen muchos  toreros. Abuelos queridos, muchos de ellos valientes  picadores que ganaron el sustento para su familia, no picando toros, sino picando carbón, enterrados en vida sin aplausos y sin luces, solo con un pantalón de maón, una boina, unas botas para el agua, un candil y un gran poder de sacrificio que solo se consigue por una alta dosis de amor por los que en casa esperan un poco de pan. Abuelos labradores quemados bajo el sol, abuelos marineros curtidos por la sal del Mar, el viento, abuelos de manos duras de izar las redes o de pegar ladrillos con cemento y sin guantes, abuelos, abuelos, abuelos  

Este virus matador, sin cortar orejas ni rabos, sin aplausos ni sangre, ni gemidos de un toro martirizado,  ha cerrado las plazas de toros provocando suspiros y nostalgias a nuestro Monarca.

Majestad, no os aflijáis, pronto volverán los toros, los que no volverán jamás serán nuestros ancianos a los que solo les dedico un minuto de silencio

Y ya metidos en faenas y lagrimas, tengo que confesar avergonzado, que me preocupa más que estas faenas taurinas perdidas, estas plazas cerradas, esos trajes de luces apagados, esos toros descansando en las dehesas, la gran faena que la Dirección de Nissan les ha hecho con pocas verónicas a miles de trabajadores, terminando con una estocada sin honor con la actividad de una gran fábrica, dejándoles en el tendido y a su suerte, porque parece ser que el honor de estos nipones, se mueve más por los euros bajo el sol naciente, que por los que tanto han luchado y trabajado por la Empresa y hoy se encuentran solos sin futuro bajo la sombra de la Crísis.

Antiguamente la falta de honor se saldaba por los japoneses con un harakiri, eran otras épocas y otros honorables japoneses. Hoy en día estos respetables señores amarillos directivos de grandes multinacionales, saldan el honor, condenando a sus fieles empleados, mientras ellos se mantienen orgullosos en sus poltronas doradas evitando que sus números se tiñan del color del Sol Hinomaru de su bandera de blanca honestidad, integridad y pureza



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