¡Los gallos unidos jamas serán vencidos!
Ya no basta que con la
legislación aplicada a los campesinos con una sola vaca, un cerdo, una oveja,
con una pequeña viña para hacer vino y aguardiente, con la falta de farmacias,
con el cierre de colegios y con todas las putadas que tienen que
soportar nuestros queridos aldeanos hasta que la presión se hace superior a sus
fuerzas les obligue a dejar las aldeas. Ahora también tienen que enmudecer a
los gallos porque estas aves que siempre despertaron de mañana con su
quiquiriquí a sus vecinos humanos ahora molestan a los dueños de los hoteles
rurales, pronto le molestará también a este tipo de sujetos, la bosta
de las vacas, el olor del bagazo, el graznido de los los cuervos y tienen
suerte los aldeanos puteados, que los carros de vacas ya no existen porque proh Ya no basta
que con la legislación aplicada a los campesinos con una sola vaca, un cerdo,
una oveja, con una pequeña viña para hacer vino y aguardiente, con la falta de
farmacias, con el cierre de colegios y con todas las putadas que
tienen que soportar nuestros queridos aldeanos hasta que la presión se hace
superior a sus fuerzas les obligue a dejar las aldeas. Ahora también tienen que
enmudecer a los gallos porque estas aves que siempre despertaron de mañana con
su quiquiriquí a sus vecinos humanos ahora molestan a los dueños de los hoteles
rurales, pronto le molestará también a este tipo de sujetos, la bosta
de las vacas, el olor del bagazo, el graznido de los los cuervos y tienen
suerte los aldeanos puteados, que los carros de vacas ya no existen porque prohibirían
también el canto de su eje.
Dudo mucho de que los inquilinos que buscan la aldea para olvidar su vida apresurada, para ordeñar una oveja, para apretar la mano encallecida de un paisano curtido por el sol, la tierra y el sacho y también, para respirar un poco de aire puro, deseen encontrarse con una aldea sin gente, sin vacas, sin gallos y con hoteleros gilipollas que espantan a los aldeanos, lo dudo cuando muchos de ellos utilizan el canto del gallo como alarma en su teléfono móvil.
Dudo mucho de que los inquilinos que buscan la aldea para olvidar su vida apresurada, para ordeñar una oveja, para apretar la mano encallecida de un paisano curtido por el sol, la tierra y el sacho y también, para respirar un poco de aire puro, deseen encontrarse con una aldea sin gente, sin vacas, sin gallos y con hoteleros gilipollas que espantan a los aldeanos, lo dudo cuando muchos de ellos utilizan el canto del gallo como alarma en su teléfono móvil.
Dudo mucho también que la
Justicia no tenga tarea pendiente que liquidar antes de perder el tiempo con
los cacareos, quiquiriqueos y con la denuncia contra las madrugadoras
aves de corral.
Pero si hay que hacer callar a
los gallos por ley, también tendrían que prohibir las motos y demás vehículos
ruidosos que invaden los montes y los coches que espantan a los perros de las
aldeas, acostumbrados al único ruido del canto del gallo
Pónganles ustedes un silenciador
en el morro a los cantantes hoteleros que vienen a cambiar la vida en
nuestras aldeas y dejen a los gallos que sigan cantando orgullosos, como
siempre lo han hecho
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