No nos pararemos a reflexionar sobre lo que está pasando en España, hasta que el agua nos llegue al cuello, a nuestro cuello.
La inercia de tantos años de pasotismo, de consumismo, de propaganda barata de los partidos a base de promesas huecas, incumplidas, de palabrería bacía, nos ha convertido en muñecos sin voz, que no se manifiestan, ni ante la crisis originada por los bancos con el consentimiento de los políticos a los cuales patrocinan, ni ante los atropellos que la clase dirigente nos infringe día a día, mientras ellos viven rodeados de privilegios, cobrando varios sueldos, todos ellos desmesurados y con unos derechos que nada tienen que ver con lo que se le exige al pueblo.
Somos entes sin horizonte, sin autocrítica, sin valores, que no se sublevan ni ante los doscientos desahucios diarios que convierten en esclavos a los que han caído victimas de este sistema que devora países enteros, haciendo que sus ciudadanos paguen las deudas de los bancos y del derroche, ineptitud y/o corrupción de sus gobernantes.
Vemos como se desintegra el tejido industrial, sacrificado, ahogando, por los impuestos, para mantener una administración mastodóntica, llena de incompetentes, amiguetes y familiares colocados a dedo.
Contemplamos impasibles como arden todos nuestros montes y parques naturales, dejando a miles de personas sin medio de vida y con un panorama de desolación y cenizas, mientras millones de seres vivos, de especies vegetales, de recursos naturales, de arboles que cumplían una función clorofílica y una condensación, necesaria para captar el agua indispensable para la vida, se abrasaban por la falta de previsión y recursos.
Eso sin contar las vidas de los brigadistas que han tenido que pagar tan alto precio por tener como responsables a incompetentes que se apalancan en la poltrona, sin tener que rendir cuentas, mientras el país se abrasa y que como única justificación buscan una colilla o un pirómano maldito, un asesino incontrolado, un energúmeno sin escrúpulos que haya iniciado la catástrofe, pero que de ningún modo es el único culpable del resultado final con su acción perversa y que finalmente tampoco pagará su atrocidad proporcionalmente.
Con vergüenza ajena nos enteramos que niños españoles son apadrinados y ayudados por ciudadanos de otros países, que no dan crédito a ver que, con la ayuda de las fuerzas de seguridad del estado, se desalojan familias, rompiendo la presión de vecinos y organizaciones humanitarias que coherentemente se oponen a estos desalojos saltándose derechos como quien se salta un cadáver en una cuneta, sin dar otra solución para los afectados que la ruina y la caridad y en casos de desesperación, el suicidio.
Gentes que son desahuciadas por cantidades muy superiores a las hipotecas contraídas, que les convierten en esclavos de por vida después de haber perdido su vivienda, valorada por cantidades de dinero muy inferiores, a las que se tienen que enfrentar y esto sin posibilidad de negociación con las entidades especuladoras, que por encima nos vemos obligados a reflotar con rescates a altos intereses.
Podemos vivir sin inmutarnos siguiendo los cánones consumistas del gran capital, mientras a nuestro alrededor se desmorona el tejido industrial, perdemos los derechos que tanto nos ha costado conseguir durante años de lucha; la educación pública, la seguridad social, las ayudas a parados, la edad de jubilación, las pensiones.
Somos gobernados a base de reales decretos, que no es otra cosa que hacer lo que le venga en real gana al gobierno de turno.
Nos cuentan que tenemos que seguir las reglas democráticas y seguir el orden establecido, ateniéndose cuidadosamente a la regulación en huelgas, las manifestaciones y todas las demandas sociales que se realicen para exigir que se cumplan las promesas realizadas en campaña electoral y de las que pasados unos meses ya no se conserva ni la vergüenza pasando de defender las chuches de los niños al desahucio de los mismos sin ningún rubor y con la cantinela de que tenemos que sacrificarnos para reflotar a los bancos y pagar las deudas que alternativamente los gobernantes originaron para realizar mega-construcciones sin utilidad que solo han servido para generar facturas a las compañías de amiguetes y allegados al partido, esas huelgas y manifestaciones tienen que ser aprobadas por la clase dirigente que no necesita ninguna aprobación para saltarse todos nuestros derechos por reales decretos.
Mientras algunos idealistas se plantan en la calle, exigiendo un cambio y haciendo gestos para llamar la atención de las conciencias y hacernos despertar de este letargo, de este pasotismo al que nos ha conducido años de adoctrinamiento y embotamiento a base de programas basura emitidos por los medios de comunicación en manos de los gobernantes de turno.
Estas personas como Gordillo que renuncian a su propia vida y a sus intereses personales para entregarse plenamente a una lucha entre David y Goliat para que su pueblo, sus vecinos y los intocables en España, reciban lo mínimo que exige la constitución y la Declaración de los Derechos Humanos, no solo se encuentran con nuestra actitud pasiva, sino también con las críticas, que como marionetas que le hacemos manejados por los hilos de la información tergiversada de los medios manipulados que tratan de parar estos brotes de dignidad que pueden contagiar a un pueblo deprimido, arruinado y pisoteado.
La única esperanza que nos queda son esas corrientes de indignación que como el 15M recorren el país o llenan de sentido social las redes a través de Internet enfrentándose a las injusticias, sin necesidad de banderas, sin ataduras políticas ni subvenciones, que acaban corrompiendo, como pasa con el ejemplo palpable de los sindicatos llamados de clase, que solo se mueven cuando les aprieta la horma, o como justificación ante las bases en momentos de máxima indignación; bases que no saben exigir la dimisión de sus cabecillas anquilosados en las poltrona.
Tenemos que seguir el ejemplo de hombres como Gordillo con treinta años de lucha por la justicia y que no le importa romper con la disciplina de partido, haciendo que la balanza de IU no tenga más remedio que inclinar su platillo hacia el ejemplo de Marinaleda.
Un saludo al patriota que da lecciones de política, dedicado a los demás y no se aprovecha del puesto para llenarse de euros sumergido en las cloacas del poder
La inercia de tantos años de pasotismo, de consumismo, de propaganda barata de los partidos a base de promesas huecas, incumplidas, de palabrería bacía, nos ha convertido en muñecos sin voz, que no se manifiestan, ni ante la crisis originada por los bancos con el consentimiento de los políticos a los cuales patrocinan, ni ante los atropellos que la clase dirigente nos infringe día a día, mientras ellos viven rodeados de privilegios, cobrando varios sueldos, todos ellos desmesurados y con unos derechos que nada tienen que ver con lo que se le exige al pueblo.
Somos entes sin horizonte, sin autocrítica, sin valores, que no se sublevan ni ante los doscientos desahucios diarios que convierten en esclavos a los que han caído victimas de este sistema que devora países enteros, haciendo que sus ciudadanos paguen las deudas de los bancos y del derroche, ineptitud y/o corrupción de sus gobernantes.
Vemos como se desintegra el tejido industrial, sacrificado, ahogando, por los impuestos, para mantener una administración mastodóntica, llena de incompetentes, amiguetes y familiares colocados a dedo.
Contemplamos impasibles como arden todos nuestros montes y parques naturales, dejando a miles de personas sin medio de vida y con un panorama de desolación y cenizas, mientras millones de seres vivos, de especies vegetales, de recursos naturales, de arboles que cumplían una función clorofílica y una condensación, necesaria para captar el agua indispensable para la vida, se abrasaban por la falta de previsión y recursos.
Eso sin contar las vidas de los brigadistas que han tenido que pagar tan alto precio por tener como responsables a incompetentes que se apalancan en la poltrona, sin tener que rendir cuentas, mientras el país se abrasa y que como única justificación buscan una colilla o un pirómano maldito, un asesino incontrolado, un energúmeno sin escrúpulos que haya iniciado la catástrofe, pero que de ningún modo es el único culpable del resultado final con su acción perversa y que finalmente tampoco pagará su atrocidad proporcionalmente.
Con vergüenza ajena nos enteramos que niños españoles son apadrinados y ayudados por ciudadanos de otros países, que no dan crédito a ver que, con la ayuda de las fuerzas de seguridad del estado, se desalojan familias, rompiendo la presión de vecinos y organizaciones humanitarias que coherentemente se oponen a estos desalojos saltándose derechos como quien se salta un cadáver en una cuneta, sin dar otra solución para los afectados que la ruina y la caridad y en casos de desesperación, el suicidio.
Gentes que son desahuciadas por cantidades muy superiores a las hipotecas contraídas, que les convierten en esclavos de por vida después de haber perdido su vivienda, valorada por cantidades de dinero muy inferiores, a las que se tienen que enfrentar y esto sin posibilidad de negociación con las entidades especuladoras, que por encima nos vemos obligados a reflotar con rescates a altos intereses.
Podemos vivir sin inmutarnos siguiendo los cánones consumistas del gran capital, mientras a nuestro alrededor se desmorona el tejido industrial, perdemos los derechos que tanto nos ha costado conseguir durante años de lucha; la educación pública, la seguridad social, las ayudas a parados, la edad de jubilación, las pensiones.
Somos gobernados a base de reales decretos, que no es otra cosa que hacer lo que le venga en real gana al gobierno de turno.
Nos cuentan que tenemos que seguir las reglas democráticas y seguir el orden establecido, ateniéndose cuidadosamente a la regulación en huelgas, las manifestaciones y todas las demandas sociales que se realicen para exigir que se cumplan las promesas realizadas en campaña electoral y de las que pasados unos meses ya no se conserva ni la vergüenza pasando de defender las chuches de los niños al desahucio de los mismos sin ningún rubor y con la cantinela de que tenemos que sacrificarnos para reflotar a los bancos y pagar las deudas que alternativamente los gobernantes originaron para realizar mega-construcciones sin utilidad que solo han servido para generar facturas a las compañías de amiguetes y allegados al partido, esas huelgas y manifestaciones tienen que ser aprobadas por la clase dirigente que no necesita ninguna aprobación para saltarse todos nuestros derechos por reales decretos.
Mientras algunos idealistas se plantan en la calle, exigiendo un cambio y haciendo gestos para llamar la atención de las conciencias y hacernos despertar de este letargo, de este pasotismo al que nos ha conducido años de adoctrinamiento y embotamiento a base de programas basura emitidos por los medios de comunicación en manos de los gobernantes de turno.
Estas personas como Gordillo que renuncian a su propia vida y a sus intereses personales para entregarse plenamente a una lucha entre David y Goliat para que su pueblo, sus vecinos y los intocables en España, reciban lo mínimo que exige la constitución y la Declaración de los Derechos Humanos, no solo se encuentran con nuestra actitud pasiva, sino también con las críticas, que como marionetas que le hacemos manejados por los hilos de la información tergiversada de los medios manipulados que tratan de parar estos brotes de dignidad que pueden contagiar a un pueblo deprimido, arruinado y pisoteado.
La única esperanza que nos queda son esas corrientes de indignación que como el 15M recorren el país o llenan de sentido social las redes a través de Internet enfrentándose a las injusticias, sin necesidad de banderas, sin ataduras políticas ni subvenciones, que acaban corrompiendo, como pasa con el ejemplo palpable de los sindicatos llamados de clase, que solo se mueven cuando les aprieta la horma, o como justificación ante las bases en momentos de máxima indignación; bases que no saben exigir la dimisión de sus cabecillas anquilosados en las poltrona.
Tenemos que seguir el ejemplo de hombres como Gordillo con treinta años de lucha por la justicia y que no le importa romper con la disciplina de partido, haciendo que la balanza de IU no tenga más remedio que inclinar su platillo hacia el ejemplo de Marinaleda.
Un saludo al patriota que da lecciones de política, dedicado a los demás y no se aprovecha del puesto para llenarse de euros sumergido en las cloacas del poder
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