¿Quién puede parar el Misisipi con porras y cadenas?
La indignación es un tsunami, una gran ola incontenible donde se canalizan todas las frustraciones producidas por la injusticia de un sistema que castiga a los jóvenes en todo el mundo al fracaso, como premio a haber dedicado su juventud a formarse para participar con una base sólida en un futuro, que por la codicia de grandes grupos financieros, ahora se torna vacío y sin expectativas de mejorar, unos jóvenes que contemplan sobrecogidos como el sistema que nos lleva a la ruina sigue devorando la riqueza de los países afectados sin que los políticos que nos representan hagan nada por evitarlo.
Si alguien cree que se puede detener este rio de indignados, es que no conoce para nada la juventud que por suerte existe en este planeta
La violencia ejercida contra los jóvenes que se han ganado la comprensión y simpatía de los pueblos, hará brotar las fuentes que desbordarán los ríos de indignación y llenaran los océanos del mundo.
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