El pueblo egipcio se ha ganado a pulso un cambio, se merece ser dueño de su destino, se merece algo más que una pantomima democrática teledirigida por los militares.
El pueblo egipcio se ha ganado con su sangre, con su llanto contenido, con su tenacidad, con la vida de sus hijos masacrados, decidir su camino sin que los que deciden con las armas pueda tener nada que ver en su elección soberana.
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