Los miembros de la Conferencia episcopal, esos señores vestidos de negro, teóricamente estériles para la vida, o que ejercen como tíos de sus hijos, se oponen a la Ley de la Autanasia. Es curioso, que habiendo multitud de escándalos de sacerdotes que han convertido la vida de niños indefensos en un suplicio, saltándose y ensuciando en la palabra de su Maestro, otros sacerdotes que no crean vida y que piden para los difuntos que ya descansan, el descanso eterno, se opongan a que una persona castigada cruelmente con una enfermedad dolorosa e incurable, pida para sí ese descanso eterno
Valemos solo mientras producimos
Valemos el
salario miserable que ganamos
Valemos las
pensiones que tenemos
Valemos solo
lo que consumimos
No tenemos
valor por ser ciudadanos
No tenemos
valor por la familia que mantenemos
Los hijos,
la mujer, nuestros ancianos
No valen ni
siquiera calderilla
Tenemos que
vivir porque nacimos
Arrastrar la
miseria que portamos
Y los que
hablan de un dios de amor divino
Ni nos dejan
morir cuando morimos
Mordidos por
el cáncer que anidamos
Se oponen al
final a la autanasia
Porque no
sufren ellos la desgracia
De morir de
dolor, hambre y desgracia
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