lunes, 23 de marzo de 2020

No estoy solo, de momento



Ahora no salimos a la calle, algún afortunado con el perro, con calma con paso sosegado respirando profundo, viendo al cielo. Ahora no salimos a la calle  con prisas, angustiados, tan fríos como el hielo.
 Ahora no salimos a la calle con prisas en el coche hacia el trabajo, para volver a casa a media noche, cansados abatidos como andrajos.
 Ahora no salimos a la calle, ya no se llena el bar con los partidos, sin un forofo que nos avasalle, por miedo a despertar nuestros aullidos. 
Ahora es el silencio quien impera, hasta el más insensato reflexiona
Ahora pesan menos las coronas como no debe ser de otra manera. Pero es ahora cuando estamos vivos, las gente se despierta y se emociona, se abre el corazón y se perdona y en este raro encierro... ya no somos cautivos. 
Ahora descubrimos los vecinos, se llenan los balcones de niños, de mayores, de jóvenes, de amigos, de aplausos, de emociones, de música, de vida desatada, de vida, vida, vida
 Qué pena si se pierde este contacto, esta manera de comunicarse y volvemos mañana a nuestra fila, tan fría como el hielo y esta fraternidad vuelve a enfriarse. 
Qué pena si volvemos al consumo desquiciado, a la falta de amor, a la locura, a las prisas, al ego, al silencio con ruido y prejuicio, al verdadero  y cruel confinamiento del alma, del amor, del pensamiento, libres pero encerrados, telemanipulados como momias en nuestro propio infierno

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