Esta otra imagen, es de un atropello cometido desde las más altas instituciones de un país perteneciente a la unión Europea; esa Europa que nos han vendido como la panacea de la democracia, una Europa de libre circulación de capitales y sesgantes concertinas para detener a las personas inocentes que huyen de un conflicto en el cual Europa ha tenido mucho que ver. Esta imagen, por supueto, ya no interesa tanto difundirla; aquí no hay cabeza de turco, aquí no podemos desatar nuestra ira contra una persona que pague el pato por todas las barbaridades que se están cometiendo con los inmigrantes, no podemos despedir a Hungría de Europa, porque en realidad a Europa le interesa detener el flujo de inmigrantes (por muy inocentes que estos sean) de los países en conflictos armados, ni difundir los verdaderos intereses que se encuentran en la raíz de estos conflictos.
Mientras tanto los ciudadanos europeos, para nuestra tranquilidad de conciencia embalsamada, seguiremos con los ojos cerrados, creyéndonos a pies puntillas, todas las milongas que nos cuenten los medios de comunicación y nos sentiremos muy satisfechos de pertenecer a un continente donde la unión de los países más democráticos del mundo, siguen llenando sus fronteras de concertinas, que frenen las esperanzas de estos parias masacrados y para rematar la farsa del gran teatro montado, nuestros dirigentes, preocupados y compungidos seguirán dedicados a la laboriosa tarea de hacer múltiples reuniones, para tomar las medidas necesarias que frenen esta invasión de víctimas de un holocausto silenciado y para decidir sobre cuotas ridículas de acogida que muchos países se pasan acto seguido democráticamente por el arco del triunfo.
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