lunes, 9 de septiembre de 2019

Busco la vida eterna



Buscamos la eternidad, la vida eterna y adoramos a dioses de  madera, dioses que son de barro,  dioses que son de oro y somos arrastrados a dioses invisible por centurias de magos, de brujos de bidentes, de mil intermediarios elegidos, unos con coronas, otros con túnicas, mitras, haciendo sacrificios, utilizando encantamientos, ritos, rodeados de símbolos, de libros sagrados, de pinturas o amuletos, de reliquias, invocando a muertos o a personajes mitológicos con tres cabezas, a pájaros sagrados, al sol, a la luna a la lluvia, al fuego…
Yo estoy aquí en la Tierra en que vivimos unos y otros y llevo en mi cuerpo células de mis padres, de mis abuelos, de los primeros pobladores del Planeta, que he heredado a través de un acto irrefrenable de… llamémosle amor, que por no ser en muchos casos, prefiero llamarle instinto, instinto como el de los perros, de los gatos, de los ciervos, de los gamos, ese deseo marcado a fuego que nos obliga a reproducirnos a todos los seres vivos, incluyendo a las plantas que se visten de perfumes y colores para atraer las abejas, a las bellas mariposas,,. que al libar en sus flores ponen en marcha la rueda de la vida, las plantas que nos proveen de frutos jugosos para hacernos portadores de semillas, las plantas que hacen plumeros para que el viento traslade por los campos sus nuevos descendientes...
Yo estoy aquí en la Tierra y llevo en mi cara las facciones de mis padres, me parezco en muchos de mis actos, en la forma y el tamaño de las manos, tengo sus lunares, expresiones, forma de andar, color de sus ojos…
Yo no soy él, pero muchos me dicen ¡como te pareces a tu padre!
Tengo primos que son muchas veces mi imagen reflejada y el retrato de mis antepasados, los difuntos de familia que perviven en nosotros, ellos son de alguna forma inmortales; la semilla es el secreto de la vida del más allá, la vida eterna, pero… destruimos la vida sin dudarlo cuando arden los montes, cuando se sacrifican animales por disfrutar de su muerte, cuando contaminamos los ríos y los mares, destruimos la vida con las guerras para robar a pueblos sus recursos, destruimos la vida para saciar el hambre… y lo que es peor, paramos la cadena, ya no queremos tener descendencia y se detiene el cauce del río de la vida; sin hijos o sin nietos la vida se detiene para siempre, volvemos a la nada, a las tinieblas, los hijos de hoy en día se han vuelto perezosos, tener un hijo es solo un compromiso, serían muchos años dedicados sin descanso, atados en el banco, en la galera sin tiempo para los días de marcha, sin pasar ese finde con la panda, unidos en pareja firmemente con un gran compromiso ¡para siempre! y darle un futuro a esos retoños marcándoles la ruta y eso es duro, muy duro para algunos, así que sin dudarlo pasan y no se dan de cuenta que tal como se presenta el panorama, solo hay seguridad si tienes hijos que te apoyen el día de mañana, porque lo que cotizas, se lo devora el fisco y las pensiones más bien parece un timo de esos piramidales, porqué todos los euros de una vida cotizados, no están si te jubilas, y se han evaporado y solo cobrarás de las recaudaciones de los que están currando con sueldos miserables que no llegan jamás a fin de mes en muchísimos casos y así se necesita hacer crecer las deudas para pagar pensiones hasta que no haya forma de arreglarlo y todo se desplome. 
Y mientras… seguiremos rezándole a los dioses, a esos dioses de barro que tienen tanto peso en nuestras vidas, los dioses que arrastramos colgados de pequeños como un escapulario ¿que hacer? seguimos recibiendo bendiciones, seguimos adorando a becerros de oro, seguimos escuchando los cánticos sagrados, las palabras vacías y sin hechos de muchos que predican pero no dan ejemplo, seguimos en la fila de los muermos que algunos han formado basados en un libro, un relato increíble que nos habla de seres que se formaron con barro y que tomaron vida con un soplo, de seres que llegaron de un planeta, lejano, muy lejano, de hembras que nos deben la costilla a los que somos machos...
 No sé de donde somos, no sé como llegamos, no sé quien marca a fuego la orden de un amor irrefrenable, ni como se ha grabado el mensaje sagrado que tiene el ADN (el único arquitecto que moldea en la Tierra nuestro cuerpo haciendo tantas réplicas perfectas y también algún fallo o peor, un tirano, un asesino) pero sé que en mi cuerpo perviven unas células que son la propia vida que perdura de aquel que fue mi padre, de aquel que fue mi abuelo…si, si ¡mi abuelo verdadero o mi padre de veras! quién puso la semilla, el espermatozoide, lo digo porque a veces figura reflejado en actas religiosas y en registros, el nombre de un señor que no me es nada  ¿porque? porque pudo haber sido algún intruso quien puso la semilla y el padre que conozco, que ha sido el que figura en el registro de mi vida y a sido para mi, mi viejo, mi maestro, el bueno de mi padre, no me es nada; esto podría ser la duda y el secreto de mi madre y así podría ser que yo fuese  heredero de otra vida y muera sin saberlo. 
 Y ahora…yo ya no tengo nietos, yo ya estoy condenado, mi muerte será eterna y rezo sin pensarlo ni un segundo a un dios de cera o piedra muy bien ornamentado para que cuando muera me acoja entre sus brazos y así vuelva a la vida cuando vuelvan los muertos, cuando vuelvan los santos y todas esas células corruptas, comidas por gusanos, se vuelvan a juntar y resuciten formándome de nuevo, pero no sé muy bien el día  de mi vida ¿cuando niño? ¿de bebe? ¿de adulto? ¿de anciano con alzheimer? porque somos distintos cada día que pasa, las células se mueren, otras se multiplican, el cerebro se gasta, el corazón se cansa, las arterias se obstruyen... ¿que día resucito Señor? ¿o resucito todos y tengo mil vivencias paralelas? ¡que digo mil! son miles de millones y me quedo muy corto.
Que rara es la otra vida que contigo me espera y que fácil la veo en nuestra descendencia.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario