sábado, 4 de abril de 2020

Espejos y reflejos, dolor, lágrimas, bufandas y bufones


En muchas ocasiones nos sentimos deslumbrados por el poder y la capacidad de países poderosos y nos sentimos como pequeñas hormigas a los pies de un elefante, fascinados, temerosos y asombrados ante sus proezas tecnológicas. 

Me imagino hace ya muchos años a los nativos americanos perplejos ante los poderosos objetos que les mostraban los colonos; espejos donde ellos mismos con sus plumas, sus conchas y sus pieles  aparecían  reflejados a distancia y con una claridad y profundidad que superaba al reflejo en el remanso de sus ríos, se veían repitiendo sus gestos y movimientos con tanta nitidez que trataban de tocarse en el espejo  sin poder hacer nada que no fuese  sentir el contacto frío y seco de las  yemas de los dedos o la palma de la mano. 

Me imagino su sorpresa y desconcierto  y el efecto posterior de aquel brebaje después de haber realizado un viaje por praderas desconocidas hasta entonces, tras haber ingerido una buena dosis de la poderosa agua de fuego de aquellos seres misteriosos.

Me imagino el miedo, la sorpresa y el interés que despertarían en aquellas gentes el disparo de un arma de fuego contra un bisonte en la lejanía y como caía fulminado tras el ruido del rayo cuyo eco retumbaba en las montañas con más volumen que el sonido del tronco hueco que usaban para comunicarse en la lejanía.

 Me imagino el comercio que se estableció, con más prisas y desasosiego entre los colonos y los nativos que nosotros tenemos hoy en épocas de rebajas; un trueque de espejos, collares, alguna arma anticuada, agua de fuego,sombreros... por pieles primero y después por sus praderas con sus búfalos, sus ríos, sus aves y al final por su libertad, su cultura, sus dioses y sus vidas, acabando los que la conservaron  recluidos y tristes en reservas por no prestarse por su orgullo y creencias a realizar trabajos forzados para lo cual los nuevos inquilinos recurrieron a mercadear con los que cazaban en África  a nativos más fuertes y sumisos para obligarlos a trabajar  las enormes plantaciones de sus nuevas propiedades.

Nos hemos  impresionando también por el poder y la capacidad de algunos países que han conseguido poner hombres en ese satélite que nos acompaña y nos alumbra en las horas que el Sol descansa y sondas no tripuladas en lejanos planetas.  Nos impresionan los satélites en órbita, imprescindibles para orientarnos hoy en día, para comunicarnos…

Nos sentimos impotentes, inseguros, simples números sin identidad, insignificantes microbios sin peso específico y perplejos mortales, al comprobar el esperpéntico desplazamiento, en plena pandemia, de 30.000 militares a Europa, donde se les añadirán otros 7000 militares más de la OTAN, que podrán desplazarse con toda la libertad y únicamente la libertad y ordenes que reciban de sus superiores y con riesgo de sus vida ante un enemigo invisible, mientras los ciudadanos europeos se encuentran recluidos por el ataque del coronavirus, a la vez que desconcertados por este despliegue, un despliegue que choca contra toda lógica en el momento que las televisiones de todos los paise nos informan hasta la saciedad de los muertos y de los irresponsables que no cumplen con las instrucciones del encierro o reclusión en sus propias casas, sean estas mansiones o cajas de zapatos; un despliegue para iniciar la Europe Defender 20; un ejercicio militar urgente, imprescindible, diseñado por el Gobierno de Donald Trump,  sin el asesoramiento que se sepa de su yerno y en colaboración con la OTAN, para probar las estrategias que deben utilizarse por parte de Estados Unidos y Europa cuando se produzca una amenaza que nos lleve a una hipotética guerra, un despliegue que ha provocando en Rusia y China un alto nivel de alerta militar.

Es muy difícil llegar a imaginar en los profanos en temas militares, la complejidad de un movimiento de tropas de esta magnitud, con una logística perfectamente engrasada y no solo en  los profanos, también en muchos mandos de alta graduación de nuestro ejército, muchos de los cuales, nietos e hijos de otros militares de alta graduación y que ascienden con regularidad por antigüedad y por participar en actos similares y en contiendas en este mundo enfrentado a tres o cuatro bandas como en una vieja mesa de billar donde solo disponen de taco unos pocos escogidos y los demás somos simples bolas chocando entre sí sin saver muy bién que pintamos en este juego, son estos militares adornados por pecheras llenas de medallas los que obstentan las más altas graduaciónes los que han empezado su carrera en la Academia Militar, mientras otros militares en muchas ocasiones con carrera universitaria y otros muchos más de tropa, muchas veces con gran experiencia militar los que  se quedan anclados profesionalmente por un sistema que parece no funcionar por actitud y aptitud.

 Un desplazamiento de tropas de estas dimensiones por un ejército de profesionales, perfectamente organizado para intervenciónes militares en muchos países con recursos energéticos y en conflictos preventivos, proactivos o estratégicos, con una logística sin fricciones, con la precisión, la disciplina férrea y el rigor militar que se requiere, donde las maniobras se realizan con la misma intensidad de una entrada en combate real, es de una complejidad y de un coste inmenso, un coste que se regatea para combatir esta maldita pandemia y para evitar un colapso o una explosión social, un dinero que no es tan fácil de conseguir  para dotar de mascarillas y respiradores o de ayudas de subsistencia para muchos confinados sin recursos, un coste  que muy pocos países pueden asumir y para lo que se requiere un presupuesto militar enorme que presupone la anemia en presupuestos sociales. Detrás de un ejército de estas dimensiones se mueven no solo militares, se mueve una ciudad y una logística perfecta; desde piezas de artillería, municiones, recambios, equipajes, catering, utillajes, maquinarias y grandes técnicos y especialistas con amplios conocimiento y con mucha motivación y reconocimiento  por sus méritos, no solo por su árbol genealógico, que también, a la vez que una gran presión, rigor y disciplina militar piramidal... Después, con este equipo compacto dirigido por verdaderos líderes con verdadero peso en sus medallas, entregados en cuerpo y alma, se llega a estas  demostraciones disuasorias, a esta demostración portentosa e intimidatoria de fuerza. Seguramente estos movimientos son seguidos con mucha atención, expectación y preocupación por más de un enemigo invisible en la sombra; otro enemigo distinto del coronavirus mortal, otro enemigo  uniformado y disciplinado también con rigidez marcial, otro enemigo que a pesar de su también inmenso poder destructor, se sentirá deslumbrado, asustado, intimidado y asombrado como los nativos americanos ante los espejos y los nuevos reflejos bélicos,  pero que a diferencia de ellos se presentará firme y no se prestará a trueques, negociaciones ni a mostrar su asombro o pleitesía, sino, al contrario, lo que seguramente realizará en consecuencia, será un desplazamiento de tropas equiparable, para demostrar su inmenso poder. En resumen se repetirá la conducta de dos machos de gorila de espaldas plateadas, que se sienten amenazados al cruzarse en el camino con efluvios que pueden llegar a las pituitarias amarillas de sus hembras sometidas. Todo esto en un momento en el cual lo que verdaderamente se necesita, es  negociar y cooperar con el país que sea capaz de desplazar más sanitarios y más material para defenderse y defendernos contra un gran enemigo que es capaz de desestabilizar el Mundo, utilizando solamente para ello un mensaje genético y una gran capacidad evolutiva y el apoyo indispensable de nuestra falta de higiene, nuestra aportación de basuras y contaminantes y nuestro ataque sin cuartel contra el medio ambiente 

¿Y cómo están afrontando en realidad este mortal ataque global los que dirigen estos poderosos ejércitos para frenar esta destrucción exponencial de vidas humanas que nos amenaza con este virus? Pues señores, los hay que lo hacen con bufandas y poniendo al frente de la crisis para frenar el coronavirus no a un simple experto en pandemias, si no a  su propio yerno moldeado a su imagen y semejanza y experto en construcción de muros, levantados para detener el hambre de países vecinos mientras permanecen abiertas las fronteras para el libre acceso de capitales.

No, no debemos dejarnos deslumbrar por los espejos, aunque los reflejos vengan desde la poltrona situada en el pedestal más alto de este mundo desquiciado, sobre todo si comprobamos la manera en que se está gestionando esta pandemia desde estas poltronas y nos percatamos de que tanto poder, tanta coordinación milimétrica y tanta logística en unos casos, no siven para dotar de mascarillas, camas y respiradores en los hospitales, que es lo que se necesit en esta guerra silenciosa y cruel, una guerra cuyas víctimas mortales son los más debiles y  que son también los que han echo el camino que nos ha permitido llegar hasta aquí y que el sistema social que se estaba tegiendo y fué desmantelado por estos faraones de la pamplina hace unos años, era la mejor defensa para evitar este ataque mortal contra nuestros abuelos y contra los más débiles, un sistema que sería la única manera de evitar en parte el dolor y las lágrimas a los ciudadanos y la contención del enemigo real en esta primera batalla que todos estamos perdiendo pero que nos está abriendo los ojos ante la irresponsabilidad de muchos gobernantes que nos cuentan milongas, pero nos ocasionan bajas y sufrimientos con su conducta irresponsable o insolidaria.





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