martes, 7 de julio de 2020

El Fin está claro para todos, pero algunos prefieren dejarse convencer por los que han escrito sobre el Principio


Eva, acércame ese fruto para saber tanto como el Principio
y conocer el Fin 

No sé cuál fue el principio, pero se conoce cuál es el final.
La providencia es despistada, por eso había que marcar las puertas con sangre de cordero para protegerse del Ángel Destructor, que identificaba los buenos por la marca de la sangre y destruía a los malos sin marca; según está escrito en los pasajes bíblicos.
El coronavirus nos demuestra una vez más, quienes son los marcados y los exterminados; los más pobres. No importan sus plegarias ni las bendiciones recibidas por los seguidores de becerros de oro. La providencia no funciona porque no existe, solo nos preserva de la destrucción y alarga nuestra existencia, la adaptación al medio y la evolución natural.
El único Padre y Madre de toda vida conocida, es nuestro planeta esquilmado, contaminado, maltratado; es nuestra querida Tierra con su agua hoy contaminada, con sus árboles arrasados por el fuego, que encuentra un gran aliado combustible en la avaricia de gobernantes sin escrúpulos. Es nuestro planeta con sus mares y océanos sembrados de plásticos y regados con millones de toneladas de petróleo y desechos industriales. Es nuestra Tierra, ayudada por la irradiación de nuestro Sol, una irradiación, cada vez menos filtrada por el ozono y la atmósfera; una irradiación que hoy provoca cáncer de piel y que quizás mañana, por la irresponsabilidad de los hombres, nos termine achicharrando.
Las personas nos preocupamos por la comodidad de nuestra vivienda y nos desentendemos por el cuidado de nuestro planeta agonizante, porque esperamos que rogándoles a los dioses, todo mejorará. Solo hay que marcar las puertas para que el deshielo, la capa de ozono, la contaminación de los océanos, la extinción de las especies, los microscópicos virus mortales, dejen de ser un problema.
Al final como último recurso, los que estén marcados con el Agua Purificadora del Bautismo, hayan comido del Cuerpo Sagrado encerrado en un sagrario y hayamos sido ungidos en los últimos estertores, para distinguirnos de los pecadores, dispondremos de las marcas indispensables para que el Ángel Destructor, nos identifique y contenga su espada de fuego, permitiéndonos la resurrección, con la que se unirán nuestras almas y nuestros cuerpos, para disfrutar de una vida eterna. Lo que no entiendo es para que se unirán nuestras almas a unos cuerpos, muchas veces envejecidos, encorvados, marcados con las yagas y arrugas del paso del tiempo, cuando parece tan fácil para El Principio, hacernos de barro e insuflarnos su soplo divino.

Yo mientras tanto me preocuparé más de guardar las distancias, de usar la mascarilla y denunciaré en mi blog, las irresponsabilidades y los cuentos chinos, tratando de predicar en el desierto por si algún beduino me presta un poco de atención y se cuida de los virus y de los predicadores que guian nuestros destinos. Amen

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