lunes, 11 de mayo de 2020

Cuando lo barato nos sale muy caro pero algunos se enriquecen





Recuerdo tristemente el accidente nuclear de Chernóbyl, sucedido el 26 de abril de 1986 en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania y las horrorosas consecuencias locales e internacionales.
Recuerdo con pena en el alma el accidente nuclear de Fukushima, sucedido 11 de marzo de 2011 después de un terremoto que además provocó un tsunami en la costa noreste de Japón. En ambos casos seguimos pagando las consecuencias en las localidades y  en  un mundo contaminado por cientos de años.
Además de estos accidentes nucleares hay muchos más; unos que pasan casi inadvertidos y otros ocultos. De los casi inadvertidos podemos enumerar: El catástrofe de Mayak en Rusia, el de Goiania en Brasil, el de Three Mile Island en EEUU, el de Chalk River en Canada, el de Windscale Pile en Reino Unido, el de Tokaimura en Japón. ¿Cuanfos han permanecido ocultos a la opinión pública?

La peste nuclear se extiende por todo el mundo también por  sus residuos radiactivos. Entre 1949 y 1982 los países europeos tiraron al Mar 223000 bidones con 115000 toneladas (1115. 000. 000 kilogramos)  de basura nuclear en el Atlántico, algunos a tan solo 200 Km de las costas españolas. Los bidones siguen bajo el océano sin ningún control.

Estos vertidos se realizaban y se seguirán realizando en otros países del mundo a espaldas de los ciudadanos; paises enzarzados por su carrera nuclear, pero los poderes fácticos que rigen los destinos del Mundo seguirán glorificando las virtudes de esta forma de energía tan necesaria para intimidar a adversarios con una confrontación final. Además tenemos los cementerios de residuos nucleares donde países pobres o no tan pobres gobernados por irresponsables mantienen toneladas de residuos en espera de saber que se puede hacer con ellos mientras la población  corre el riesgo de una contaminación radiactiva; en España tenemos el cementerio nuclear de Cabril en Hornachuelos donde 25000 metros cúbicos de  residuos con una vida de trecientos años se encuentra a unos cincuenta kilómetros de una población residual de casi 5000 ciudadanos que aún no han abandonado la comarca.

¡Bueno! dejemos de hablar de este tema y reflexionemos ahora sobre el gran problema sanitario y económico a nivel mundial que nos ha traído el Covid 19; nunca habíamos vivido en persona una situación de confinamiento a nivel mundial como esta; se han cerrado hasta los templos católicos, se retira el agua bendita “de poderes sobrenaturales”  para evitar los contagios, se ponen mascarillas a las estatuas de Buda , las grandes potencias se muestran impotentes ante este minúsculo enemigo, de nada sirven los arsenales nucleares defensivos para detener su mortífero avance, solo los sanitarios con escasez de medios y expuestos al contagio y el confinamiento "voluntario"  reforzado por la policía y el Ejército, el cierre de fronteras  a nivel  mundial, las escasas mascarillas y respiradores consiguen que los hospitales saturados rebajen el exceso de pacientes y la enorme tensión, pero esto no garantiza y menos aún con la cantidad de energúmenos momificados por las doctrinas consumistas, que suframos otra oleada peor, antes de conseguir una vacuna, una oleada que termine por arrodillarnos ante nuestra incapacidad y la incompetencia de muchos gobernantes.

¿Qué conclusiones podríamos sacar de estas penosas situaciones?  Yo creo que es muy evidente que hay que analizar muy bien el precio de lo barato y el riesgo que conlleva ¿es barata la energía atómica? ¿Es asumible el riesgo de desalojar poblaciones y dejar contaminadas grandes ciudades, ríos, mares y océanos durante cientos de años por un accidente nuclear?  ¿Es más importante el presupuesto de “defensa”  armarse hasta los dientes con cabezas nucleares que mejorar la Sanidad pública, con un buen equipo médico, invertir en investigación, en educación…? ¿Es de recibo que no seamos capaces ni de fabricar mascarillas, respiradores… y que dependamos de países como China para artículos indispensables en una pandemia? hasta los bastoncillos para limpiar los oidos son importados ¿Tiene alguna razón, que no sea la de enriquecer a grandes multinacionales, la globalización con su deslocalización neoliberal (yo le llamo dislocación) que nos lleva a importar hasta las naranjas y empuja a los agricultores españoles hasta poco antes del ataque de este virus, a talar naranjos? La globalización consigue que cerremos nuestros pequeños comercios, que abandonemos nuestros campos, nuestras aldeas y que se creen trabajos de explotación, sin medidas de seguridad, sin derechos humanos a personas esclavizadas, hacinadas y que en demasiadas ocasiones perecen en fábricas que más parecen cárceles, en países tercermundistas o con regímenes dictatoriales.

 Este sistema que nos obliga a competir solo con precios, sin poner en la balanza las condiciones a que nuestros competidores obligan a trabajar a sus empleados, este sistema que no tiene en cuenta, como nuestros comercios, nuestras fábricas se hunden por una competencia desleal es un sistema esclavista y destructor que solo beneficia a unos pocos. Un sistema que destruye selvas desalojando a indígenas que heredaron las tierras de sus padres y de los padres de sus padres y lo hace solo para plantar palmas o soja masacrando la biodiversidad.

Este virus que ha causado tanto sufrimiento a los hombres, le ha dado un respiro a este planeta esquilmado, maltratado y moribundo y ha hecho  que los que no estamos muy inoculados con el veneno del consumismo, reflexionemos que es  lo que ganamos y lo que perdemos en esta carrera esquilmadora  que nos arrastra hacia la destrucción y el aniquilamiento; aquí nos jugamos la vida ricos y pobres, ancianos y jóvenes, e incluso podemos llegar en una oleada de virus a un aniquilamiento selectivo de los seres humanos sin que las demás especies lo padezcan prácticamente.

Es hora de dejar de seguir a mesías y flautistas y de posicionarse por la vida

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