sábado, 28 de marzo de 2020

Un país es más grande cuanto más generoso


Aún viven en el Mundo personas que han sufrido la Segunda Guerra Mundial que terminó en 1945 segando 50 millones de vidas, las mismas que están cayendo contagiadas por un virus que está cebándose en personas de avanzada edad. Tenemos miles de testimonios de aquella odiosa guerra causada por un loco gobierno fascista lleno de odio y falto de toda piedad, un gobierno alemán que asesinaba mujeres, niños, ancianos en cámaras de gas, que no daba abasto para incinerar a sus víctimas en hornos crematorios por lo que llevó a la práctica sistemas de exterminio masivo, un gobierno que ocasionó millones de muertos en una asquerosa guerra. Alemania perdió esta guerra, pero la realidad es que la Guerra la hemos perdido todos, pagando un tributo en pérdidas humanas del que tardamos mucho en recuperarnos y de bienes materiales por la destrucción y el saqueo incalculable. La Guerra terminó, se juzgaron a muchos responsables y otros acabaron sus días con una nueva identidad, se impusieron unas deudas de guerra generosas si las comparamos tan solo con el peso de los cadáveres depositado en los platillos de la balanza de la Justicia. En 1953 se perdonó un 62,6% de esta deuda  por los países acreedores: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Bélgica, Canadá, Ceilán, Dinamarca, Grecia, Irán, Irlanda, Italia, Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Pakistán, España, Suecia, Suiza, la Unión de Sudáfrica y Yugoslavia, entre otros, esta decisión generosa fue una forma de cerrar heridas y aliviar penurias a los ciudadanos alemanes.

El tiempo nos pudo devolver una respuesta generosa de Alemania hacia estos países cuando los bancos con sus timos e hipotecas subprime  crearon una crisis que causó millones de parados y desahucios en las clases más necesitadas. La respuesta de Alemania fue de puño de hierro sin guante de terciopelo; así vimos a  los jinetes de la Troika entrando a saco sin respetar la soberanía de las naciones, para cobrarse hasta el último euro de la deuda  quedándose con el patrimonio, dejando a países como Grecia en la ruina total. 

Ahora con la nueva crisis que se avecina con la pandemia del coronavirus Alemania vuelve a olvidarse de la generosidad hacia los  países que supieron perdonar a los que ocasionaron tantos millones de muertos y libraron  a Alemania de una enorme carga económica y con puño de hierro una vez más  se oponen a un plan Marshall o a unos coronabonos que alivien a los países más pobres en esta crisis que se avecina. Esperamos que los países ricos y en Especial Alemania recapaciten, reconozcan que esta es una emergencia global y muestren un mínimo de compromiso y gratitud


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