sábado, 12 de noviembre de 2011

Felices con una vida vacía

No sé si os habéis sentido en alguna ocasión como yo me siento ahora que la acumulación de años y el poso resultante me ha vuelto más reflexivo.

Me pasa con frecuencia que me plantee el peso específico de mi vida y me siento como una pluma en medio de un huracán.

Desde que tengo uso de razón me he preocupado de lo que se me había inculcado y simplemente tomé el carril de una sola dirección sin retorno que me guiaba a  un destino prefijado y decidí seguirlo sin vacilar.

La vida que nos entregan empaquetada con lazos de acero forrados de seda natural, consiste en primer lugar en ser un buen hijo según los dogmas establecidos que varían con la evolución del tiempo; en mi niñez se aplicaba aquello de "Cuando seas padre comerás huevos" que quería decir tú haces lo que te ordenen sin rechistar.


 En aquellas épocas que el refrán didáctico era "La letra con sangre entra" ser un buen hijo tenía algunas dificultades.

 En segundo lugar nos toca ser un buen esposo que es lo mismo que trabajar largas jornadas para ir forjando el futuro de la familia, perder parte de tu yo y tu individualidad, tus gustos y tomar decisiones compartidas en las que predominará la decisión de tu pareja que por ser mujer será más meticulosa y convincente en sus planteamientos; tendrás que dejar de hacer muchas cosas que te gustan y harás otras que no te motivan.



Con el tiempo tendrás que ser un buen padre y en aquel tiempo éramos autodidactas en esta materia; nuestra generación que se crió sin recursos con un par de zapatos que te compraban con un número más para que te durasen y el bocadillo de pan con aceite, cometimos el error de súper proteger a nuestros retoños privándolos un poco de su desarrollo personal.

Por otra parte es importante ser un buen empleado y en eso no se ha avanzado mucho, ser un buen empleado ayer y hoy nos obliga a tragarse muchos sapos y seguir instrucciones en total desacuerdo con el procedimiento establecido o comprobar cómo se adjudican tus tareas delante de tus narices con la naturalidad que le otorga su posición a la cual han llegado muchas veces por recomendación.



Otro punto que te depara la vida es ser un  buen ciudadano, que vote a un partido mayoritario con un representante que sepa vender bien su imagen y participar en la orgía democrática que ha llevado al mundo a una situación caótica en beneficio de unos pocos.

Rematando la etapa, terminar la vida laboral sin haber conseguido nada ni para mí, ni para mis hijos, con el país en la ruina después de 45 años cotizados y comprobar la gran farsa de las retenciones que se evaporan y pasan en muchas ocasiones a formar parte de fortunas privada.

Dejar la penúltima etapa y ser un buen jubilado con una pensión mermada por la crisis y acabar los últimos años de existencia  al morirme cristianamente como ordena la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana; una definición tan larga como larga es su fortuna y sus tesoros, distintos de los tesoros que recaudaba Jesucristo según la Sagrada Biblia que eran almas de personas pobres y humildes.

Por último tener un entierro con muchas personas ajenas al muerto que no participa en los debates y que se encuentran allí siguiendo el carril que les guía en su vida y para los cuales el entierro es una forma de cumplir con una obligación social.

El problema es que cada día que pasa es más difícil descarrilar de esta vida teledirigida y romper con los moldes para ser el propietario de tus propias decisiones y dejar de ser inconscientemente una marioneta.

Muchas veces se critica llamando paria, nómada o zíngaro a personas que no siguen el guión impuesto.

Hoy pienso que una vida plena no puede estar totalmente encarrilada por la cultura, la religión, la política, es mucho más plena una vida dejando un porcentaje a la improvisación, dejarse sorprender a uno mismo saliéndose de la directriz, desbordando el cauce o remontando contra corriente el rio como lo hace el salmón.

Hay muchas maneras de saltarse las barreras; para el que le gusta el turismo de aventuras, hacer un viaje a Somalia, sintiendo el dolor, el hambre y el olor a muerte que despiden los niños al poco de nacer, un país donde los labradores son expulsados de sus tierras por grandes grupos para plantar claveles para el mercado europeo, un viaje donde no está todo preparado por las agencias que siempre presentan un paisaje decorado e indigerible por chabacano, en este viaje nunca sabrás lo que te puede acontecer cada segundo y sentirás sobrecogido el latir del corazón en cada inspiración.


Otra impactante experiencia es visitar las tribus brasileñas que son desplazadas de sus tierras, de las tierras de sus padres y de los padres de sus padres que no entregaban a sus descendientes escrituras de la propiedad porque sencillamente y con toda la razón pensaban que la tierra no tiene dueños; tierras que serán inundadas para construir una gran presa que hará ganar mucho dinero a una multinacional y nos hará perder una gran riqueza biológica irremplazable y convertirá en fantasmas a unos indígenas que han preservado hasta hoy un legado tan frágil y maravilloso.

Otra idea sería el ir a vivir unas semanas a Palestina y comprobar personalmente como un pueblo puede sobrevivir dentro de sus fronteras con un bloqueo  férreo que le impide ser libres y diseñadores de su futuro, todo ello con el beneplácito de países que pregonan a los cuatro vientos sus virtudes democráticas pero que luego lo que les prima son sus intereses estratégicos y económicos. 

Si se prefiere se puede alternar las vacaciones al Sahara, un pedazo de tierra desértica donde son hacinados personas muchas de las cuales hablan nuestra lengua y tienen parte de nuestra cultura y a las que dejamos abandonadas a su suerte después de la Marcha Verde.

Si como yo te han domado y sigues amarrado al duro banco y agotas tus días irremplazables moviendo la galera que avanza en un mar sin horizonte viviendo todos los días las mismas horas en un ciclo cerrado sin llenar la alforja de otra cosa que no sea el hastío de una vida programada, como se programa la vida de una gallina en una granja, te deseo que seas capaz de vivir sin preguntarte para que estamos en este estercolero decorado con alfombras de Damasco y que nunca se te ocurra ver lo que esta esconde debajo porque el olor puede ser insoportable; haz como yo sigue el guión y sonríe

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